lunes, 24 de diciembre de 2007

La Navidad en Agallpampa

Los niños corren, se abrazan y sonríen. Momento perfecto de la niñez. Al poco tiempo su madre les llama: “¡Juan, ven para acá!”. Y el instante sucumbe por el flagelo de la necesidad básica.
En casa de la señora Silvia, son las 5 de la tarde y ya no hay agua, la luz es tenue y lucha contra la sombra de la vivienda precaria.
Es la noche previa a la Navidad en Agallpampa, Otuzco, uno de los distritos más pobres del Perú. Ernesto de 43 años sabe que en su pueblo son pobres, pero no tiene idea de que hace menos de un mes, en la misma Plaza de Armas que ahora recorre, otros pobladores se alistaban a recibir al Primer Ministro para el lanzamiento de “Crecer”, una estrategia gubernamental que pretende combatir la pobreza extrema y la desnutrición crónica infantil.
No tiene idea. Para él las cosas siguen y seguirán igual. Y en realidad, ya ni pobre se siente; él se siente normal como la mayoría. En Agallpampa, los inconformes tienen dos caminos: o se van a las urbes costeras o se quedan en su pueblo protestando de por vida.
Ernesto ya compró el pan para la cena navideña y se sienta en una banca como todos los ocasos. No aguarda nada, sólo piensa en el presente. Hace mucho que dejó de esbozar el futuro. Y en eso ve pasar al niño Juan con vestimenta nueva, pero igual de sonriente. Su mamá le acababa de dejar salir nuevamente.
Falta poco para la Noche buena. En Trujillo, las horas se acaban para la última compra y los jóvenes copamos los malls, con o sin plata en mano. No es reproche, sólo realidades diferentes.
Yo estuve en Agallpampa este mes. En aquella ocasión fui testigo periodístico de cómo el gobierno lanzaba “Crecer”. Aquel día me esperancé y mucho, a pesar que cuando llegamos, palpé raudamente cómo se vive en la sierra. Hice entrevistas y la gran mayoría no sabía expresarse. ¿Qué educación reciben? Me basta un indicador. Agallpampa no está lejos de Trujillo. El viaje, a lo mucho, dura hora y media. Tan cerca y tan lejos.
Y ahora me pregunto cómo es una Navidad en ese pueblo. Y me siento tan ignorante que en estos momentos no quiero que me llamen periodista.

8 comentarios:

Jepo dijo...

Lo de siempre: se elige un lugar terriblemente pobre, de preferencia en algún lugar de la sierra, pero no tan lejos de la capital del departamento o de la provincia (el ministro o quien esté encargado no se puede quedar más de 12 horas en un lugar tan feo), y las promesas de progreso, felicidad, educación y agua para todos. Mientras que en la capital del departamento la gente no sabe qué centro comercial visitar, y mientras que en la capital de la provincia se gasta una millonada en rendir culto a un ídolo. Ese es nuestro gobierno, ese es nuestro Perú.

aNa dijo...

actualizaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa criter

Anónimo dijo...

actualiza moticucooooooooooo jaja

Anónimo dijo...

Jorge,que lastima este pais va de mal en peor.La felicidad es para la costa norte, no la del sur, mucho humalista.Y la sierra en la peor miseria.No por algo resurge un sendero luminoso mas sandinista, menos polpotiano.Espero se evite un segundo gobierno ALANprista que permita a SL llegar a las puertas de Lima como en los 80's.Sigue con tu blog,sacara chispas eventualmente.Un saludo a ti del entenado de Piolin.

Jorge Andrés dijo...

tenía que decir algo tras el último comentario. Es que se trata de mi tío, un peruano quien ahora vive en Estados Unidos y tiene un análisis tan desde adentro, como si viviera en lo más rural del Perú que sencillamente admiro. Gracias tío Kike por el comentario. Algo tenemos que decir, algo. ¿O acaso debemos comernos los comentarios conservadores de Rosa María o Cecilia Valenzuela?

Anónimo dijo...

me moskeo esperando otros post...zZzZzZzZ

Anónimo dijo...

Y que decimos de Jaime de Althaus, aleman hasta los huesos, mofandose de la miseria en que vive el pueblo peruano en su estrevista con Humala? No por algo solo se rie de los chistes con contenido capitalista...

Jepo dijo...

Oe ps, ya publica otra cosa!